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Aquellos Lugares

Agosto 2022

Sabemos que una imagen dice más que mil palabras y que cualquier interpretación ejercida sobre las obras, cualquier intelectualización, no puede competir con el impacto que provoca iconográficamente. La enorme riqueza de significados que crece de manera sostenida con cada lectura que se haga de ellas, es a posteriori y suele exceder la intención del artista. Es así como Aquellos Lugares pone en diálogo el trabajo de dos creativos, abordado desde distintos puntos de vista que se vinculan, fundamentalmente, gracias a compartir una historia común. Palabras tales como recuerdos, ausencia, presencia, costumbres, rituales, silencios, salen a la luz cuando Julia Pazos y Rubén Kevorkian intercambian sensibilidades pensando en este proyecto donde el desarrollo de los motivos plásticos, provoca un señalamiento sobre “aquellos lugares” desde donde se estructura el todo. Lugares concretos algunas veces, simbólicos, abstractos y sugeridos, otras. Obras que invitan a buscar los datos que las hacen complementarias: la abstracción que propone Julia, penetra en un territorio plagado de rutas y senderos que construye un relato orgánico, visceral, materialmente denso emulando la huella, el rastro de lo que queda tras lo inevitable del devenir del tiempo, del ciclo vital y los vestigios que conforman un nuevo comenzar que se sustenta en lo que alguna vez fue. Dientes, cueros, carnes, sangre, aparecen en un primer plano de manera sutil y en su proceso de transmutación, dibujan la estela que da cuenta de nuestra efímera existencia física. En el caso de Rubén su obra se apoya, literalmente, en el leiv motiv del sillón como una suerte enclave desde donde hacer pie e imaginar escenarios coloridos, reconocibles, aparentemente cálidos y contenedores que promueven la empatía del espectador. El mobiliario otorga un marco espacio-temporal seguro al permitir reconocer en su estructura y estilo, el eco de otras épocas y sentires, produciendo un viaje cuasi nostálgico en retrospectiva. Esta suerte de estabilidad y referencia externalizada en los trabajos de Kevorkian, está ausente en las obras de Pazos siendo ellas crípticas, sin demasiados indicios que develen la idea que subyace sino que piden un compromiso introspectivo.

 

Con elecciones estilísticas y estéticas distintas pero que conversan desde los contenidos, Julia Pazos y Rubén Kevorkian encuentran el equilibrio en una esencia común, en un punto ciego desde donde abordar un campo repleto de cuestionamientos liderado por la guía de una memoria fragmentada, intentando reponer una historia signada por el silencio y un sistemático intento por no recordar. En sus obras, ellos se permiten materializar recuerdos de una pesada herencia y tradición ancestral de manera lúdica, surrealista, naif, brutal o descarnada. Aquellos Lugares retrata esos espacios de tránsito ritual: desde la intimidad de la contención familiar hasta la “gran familia humana” que nos integra a todos. Está aquí la belleza de la reflexión, de la mirada sobre lo que nos trasciende pero que podemos intentar modificar al repensar nuestras conductas y acciones. Historias compartidas por miles pero dichas por pocos.

 

Sea una vez más el arte el vehículo para “decir” aquello que no se puede poner en palabras.

Lic. María Carolina Baulo

Cuero, carne, dientes…

febrero 2020

Cuero, carne, dientes, campo: patria. La obra de Julia Pazos construye una nueva lectura sobre los símbolos de una Argentina ganadera, una reinterpretación de esos elementos que pertenecen no sólo a  la historia de un país, sino a una historia personal arraigada en el campo.

Como si delicadamente descuerara el símbolo patrio, cuelgan medias reses de tela manipulada hasta su casi transparencia, cuyas venas y arterias son sutiles bordados que tensan la fragilidad del material. Los huesos, los dientes, forman entramados; se acumulan, se superponen, dan cuenta de la voracidad.

La artista quiebra la historia masculina del trabajo en el campo, quitando lo patriarca lo patrio. Como metáfora personal que infecta y transforma las representaciones de una identidad nacional, el descarne, el acto de cuerear a un animal muerto se envuelve en una femineidad que le aporta poesía.

Desde esa femeneidad, las obras de Pazos invaden de libído la flor nacional, invocando la leyenda de Anahí como parte de la historia fundante de Argentina, resignificando su lugar.

La historia de la flor del Ceibo, cuenta que la inmensa bravura con la que Anahí luchó frente a los españoles que atacaron su pueblo, fue la razón para que la encerraran. Ya presa, cautivó con su maravilloso canto al centinela que la vigilaba y cuando tuvo la oportunidad, lo golpeó para escapar. Perseguida, fue capturada a las orillas de un río donde la condenaron a morir quemada.

La leyenda cuenta, que del fuego de su cuerpo nació el Ceibo, cuya flor roja intensa tiene el alma de Anahí.

Esa mujer cautivante, fuerte y decidida que la historia desdibuja, es la que emerge de las piezas de cerámica. Fragmentos de pulsiones sexuales, de deseos, de ira son los gajos de la flor, pétalos y semillas.

 

Las obras de Julia Pazos desentrañan símbolos de la patria; hieren la confección institucional de los elementos y sobre ese corte, desde el rojo, desde la ruptura, desde la bravura, inscribe una nueva posibilidad, nuevas metáforas para poder hallarse en la historia.

septiembre 2018

La artista contemporánea Julia Pazos, argentina de sangre materna armenia, tiene una sólida formación plástica que,  en este caso,  se expande no en cuadros o esculturas sino en un gran despliegue de formas en el espacio. Las obras salen de los marcos y los pedestales para expandirse en paredes,  techos,  pisos tomando por asalto el espacio de la armenidad y al mismo tiempo  convertirlo en otro elemento a considerar y dialogar con sus creaciones, todo un desafío

Ella pinta, hace cerámica, borda, dibuja, modela, realiza módulos y objetos que son la materia prima para sus ideas. Hay un trabajo manual obsesivo en la creación de figuras de cerámica, cortinados rigurosamente bordados, inspirados en cueros. Vinculada por su historia personal mundo del campo,  rescata la figura  de la media res a la que asocia con la forma triangular del mapa de la Argentina. La media res se ha convertido  en un paradigma nacional desde el Matadero de Esteban Echeverría a las pinturas de Antonio Berni. En este caso son delicadas y marfilinas figuras de vacas que recorren el muro para apelar  al territorio.  El otro elemento es la flor de ceibo la flor nacional que tiñe de rojo los muros blancos recordando el mito indígena de Anahí.   En la instalación de Julia Pazos hay metáforas nacionales, símbolos patrios, artefactos y huesos y dientes, lo  natural y lo artificial. Contiene  referencias a un discurso de género, lo masculino blanco y multiplicado  y lo femenino bordado y en flor abierta. Lo personal es politico, lo politico es belleza. 

El arte es la política por otros medios

Con este gesto en Pasaje 17, Julia Pazos instala un nuevo episodio en su reflexión sobre los grandes mitos fundacionales y refundadores de la lógica nacional, que se tensionan en el enfrentamiento de dos modos de representarnos a través de dos semillas: la soja y el ceibo.

Lo que se produce desde allí es un juego de desplazamientos y descargas de sentido, que provocan paradojas y preguntas. Así, al encerrar al ceibo en un silobolsa lo transforma en elemento cosechable, exportable, comercializable, quitándolo del recorrido de símbolo patrio. Se vuelve riqueza y recurso, objeto de especulación económica y cuantificable, casi como una obsesión, en tanto monocultivo no tradicional ni autóctono. Y estas líneas de fuga sostienen el recorrido inverso: la instalación logra volver la soja símbolo patrio, despojando los valores míticos para construir una nueva leyenda, la de la soja, enlazándola escala territorial intima con la escala global para disparar nuevas identificaciones.

Un silobolsa, cual cornucopia propia de los grutescos y las decoraciones clásicas, cargada del alimento que nos define como tercer país productor del mundo, desde los últimos 40 años que ha visto modificar radicalmente el templo mismo de la sagrada ceremonia académica y canoníca del pintar, del narrar y poetizar, desde el momento mismo de  la llegada del español: la Pampa.

Pero sigue siendo el mismo derrame, hacia Buenos Aires, de ese enorme silobolsa, sus modificaciones en la pérdida del gens rural, idealizada y poderosa, con y sin la indiecita Anahí, de lo que sigue hablando este paisaje que siempre es un sueño a representar.

El trabajo de Pazos, enmarcado en el recorrido que viene realizando en los últimos años habla de un nuevo episodio en este ensayo político estético nacional que la artista se ha planteado investigar.

Camila Delía

Lic. Graciela Taquini

Kekena Corvalan

junio 2016

Todo es metáfora

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